La Segunda Guerra Mundial no fue una excepción: los ganadores de la guerra (en este caso, los aliados) vencieron “heroicamente y salvaron al mundo” de la amenaza de una fuerza malvada (en este caso, el nazismo).
Sin embargo, ambos (aliados y nazis) practicaron genocidio,
los dos bandos (aliados y nazis)desarrollaron planes de eugenesia,
sendos contendientes (aliados y nazis) masacraron y bombardearon civiles brutalmente,
experimentaron con nuevas armas,
desarrollaron planes de destrucción masiva.
Ambos hicieron lo mismo porque ambos eran una misma fuerza polarizada:
la locura elitista europea usando la nueva tecnología desarrollada por una comunidad científica que trabaja indiscriminadamente con un bando y con el otro.
Así, resulta fácil de entender que antes y después de los teatrales juicios de Nuremberg en 1945, numerosos científicos del Tercer Reich, investigadores militares y altos oficiales nazis fueron “exiliados” a Estados Unidos, Brasil, Argentina, Chile y otros, con cambio de nombre y pasaporte suizo o del Vaticano. mediante La RUTA DE LAS RATAS:
Si esto ocurrió con los artífices científicos y materiales del nazismo, ¿qué ocurrió con las casas reales, la nobleza europea que simpatizaba con el movimiento nazi y los grupos financieros que apoyaron, sufragaron e hicieron posible el nazismo?
No ocurrió nada: permanecen hasta hoy en sus casas, y actualmente asisten a fiestas de la jet-set y reciben el cariño de sus súbditos.
Simplemente, algunos cambiaron su nombre, otros se vincularon con nobleza de países aliados, y otros se lanzaron a nuevas aventuras políticas.
Este es el contexto previo que debemos conocer para acercarnos a la siguiente figura:
El primero conde y después príncipe Bernhard de Lippe-Biesterfeld, nace como alemán en Jena en 1911, recibiendo la clásica formación elitista de nobleza europea.
Nacido y educado para establecer lazos sanguíneos con la casa de Orange, a Bernhard se le permite mostrar públicamente su filiación juvenil nazi, entre otras a NSDAP – el partido nazi.
A fin de cuentas, toda la casa Lippe-Biesterfeld era filonazi (su hermano Aschwin era un alto cargo en las SS), así como todas las líneas secundarias de la familia. Bernhard llega a introducirse en Reiters SS, y trabaja activamente en IG Farben, gigante químico alemán involucrado en la industria bélica (Se hablará de ellos en el Capítulo 10 del libro al final).
Cumpliendo con su noble deber, Bernhard se casa con la princesa Juliana de Holanda, y justo al comenzar la guerra, se exilia en Inglaterra bajo protección del brazo británico del mismo linaje, los Windsor.
Allí, continúa su formación militar de élite, se introduce en los servicios de inteligencia británicos, y establece relación con quien va a ser su compañero de proyectos futuros, Philip Mountbatten, el futuro duque de
Edimburgo y consorte de Elizabeth II.
Tras la guerra, regresa a Holanda con la fachada de “héroe de guerra”, y es nombrado comandante de las fuerzas armadas holandesas.
En 1954, El príncipe Bernhard funda el grupo secreto Bilderberg (secreto, por entonces); y en 1961 con la colaboración de algunos invitados Bilderberg (entre ellos, el príncipe Philip), funda el Fondo Mundial Vida Salvaje, renombrado después con las siglas WWF.
Así, el príncipe Bernhard de Lippe-Biesterfeld, brazo holandés de la nobleza negra europea, experimentado asesino de guerra, y miembro de fuerzas militares de élite (nazis primero, inglesas y holandesas después) funda la primera institución ambientalista con la ayuda de presencia de instituciones de la corona británica, servicios de inteligencia europeos, y grandes corporaciones ligadas a la industria bélica.
Resulta constatado que el movimiento ambientalista comienza ahí, pero ¿con qué objetivo?
Basta echar un vistazo a la posterior lista de miembros selectos del WWF, el llamado Club 1001, para señalar los tres lugares comunes de su membresía: nobleza europea, servicios de inteligencia y grandes grupos
corporativos (principalmente, bancarios, armamentísticos y químicos).
Algunos de estos distinguidos “amantes de la naturaleza” son:
-El propio Principe Philip (Duque de Edimburgo, supremo representante masculino de la casa Windsor, capitán general de la marina británica. Aficionado no sólo a despedazar zorros con sus perros en su reino, sino aficionado también a la caza furtiva de elefantes y otros animales en India y Nepal, tal y como registró John Philipson),
Conrad Black (Miembro asiduo de Bilderberg y cabeza del imperio de massmedia, Hollinger, creado por su padre, el agente del MI5, George Black),
-Príncipe Johannes Von Thurn und Taxis (aristócrata europeo bajo influencia de la esfera Rothschild, hijo de Max Von Thurn und Taxis, fundador de la Allgemeine SS de Hitler),
-Tibor Rosenbaum (agente del Mossad y dueño del BCI, banque du credit internacionelle, basado en Ginebra, denunciado por Life como lavadora de dinero negro de diferentes mafias involucradas en tráfico de armas y narcotráfico),
-Mayor Louis Mortimer Bloomfield (militar miembro del MI6 que encabezó la operación Permindex),
-Sir Francis de Guingand (Ex militar británico, ex cabeza de los servicios de inteligencia británicos, con título de sir y “licencia para matar” expedida por su majestad la reina),
-Don Juan Carlos de Borbón (descendiente de Felipe de Anjou, rama francesa vinculada sanguíneamente a la casa Saxe-Coburg. Recibió formación militar de élite y actualmente es capitán general del ejército español y rey de España junto a su consorte, la Reina Sofía, miembro registrado de reuniones Bilderberg),
- Dr. Luc Hoffman (director de la corporación farmaceútica Hoffman-Le Roche; involucrado personalmente en el desarrollo de drogas psicotrópicas y en la investigación farmaceútica psiquiátrica),
-John H. Loundon (Presidente de Shell Oil hasta 1976, y después ejecutivo vitalicio de Royal Dutch Shell)…
Esta infame lista continúa, pero no es necesario seguir para darse cuenta de que en estos personajes el amor por la vida animal (o cualquier tipo de vida) no está entre sus prioridades.
¿Qué es lo que comparten todos estos sujetos además de un siniestro concepto de la “vida animal”? Todos ellos poseen, representan y defienden corporaciones involucradas en la explotación de los recursos de antiguas colonias europeas, a través de la instauración de un nuevo régimen imperial que permite el absoluto control económico de estados supuestamente soberanos. (Este régimen será explicado en el segundo apartado de este capítulo)
¿Por qué los fundadores y miembros selectos del WWF son nobleza, militares y financieros relacionados con los intereses políticos y económicos de grupos de poder europeos extendidos en todo el mundo?
Respuesta sencilla:
Porque el WWF tiene como único interés defender la política y la economía de los grupos de poder europeos extendidos en todo el mundo.
Ya desde su fundación, el WWF tuvo el apoyo de instituciones de la corona británica relacionados con la política colonial.
Una de esas instituciones ligada al WWF es la Sociedad Geográfica Real, la cual patrocinó las expediciones coloniales de David Livingstone, y estaba formada por miembros de la calaña del científico Sir Francis Galton (sí, sí, el padre de la eugenesia y la biometría racial que aparece en el Capítulo 3).
Otra institución real vinculada al WWF es la Sociedad Zoológica de Londres, fundada por el ridículo virrey de la India, Sir Stamford Raffles, y de la cual, el propio príncipe Philip fue presidente.
Así, mientras estas instituciones aseguraban la presencia de fuerzas imperiales en áreas estratégicas, la población europea y estadounidense comenzó a ser adoctrinada en el ambientalismo como una doctrina salvacionista dentro del materialismo, vinculada siempre a teorías neomalthusianas y profecías catastrofistas más o menos científicas.
Y así, muchos miembros del WWF y de instituciones vinculadas al ambientalismo fundaron en 1968 el elitista Club de Roma, un siniestro club privado que tiene como uno de sus objetivos “trabajar para la investigación y solución de los problemas medioambientales”.
A través de la membresía de WWF y de dos de los fundadores del Club de Roma, Maurice Strong y Alexander King, se puede seguir el rastro de la posterior fundación de innumerables instituciones como:
Sierra Club,
earth first – Tierra Primero,
Greenpeace,
Amigos de la Tierra… y muchas otras.
De hecho, fue Strong el director de la primera Oficina del Medioambiente para la ONU, y la cabeza visible de la Cumbre de la Tierra en Rio de Janeiro en 1992.
Mientras tanto, durante las dos últimas décadas del S. XX, las generaciones más jóvenes literalmente “mamaron” el credo ecológico sin poder cuestionarse ni el origen ni el objeto de dicho credo, como una nueva pseudo-religión de salvación.
Tan profundamente se enraizaron los “valores medioambientales” en la población, que escandalosas noticias que delataban la actividades criminales de instituciones ambientales como el Proyecto Lock, el Proyecto Stronghold y la participación del WWF en el tráfico de marfil (denunciado por el periodista Kevin Dowling), pasaron desapercibidas.
Tampoco se dio ninguna voz de alarma al comprobar que cuanto más se desarrollaba el “movimiento ambientalista”, más y más problemas medioambientales aparecían, y que mientras políticos y hombres de estado comenzaban a hablar de “ecología y medioambiente”, el deterioro ambiental seguía acelerándose sin que nada ni nadie consiguiera tan siquiera frenarlo mínimamente.
Esta farsa se mantiene hasta el día de hoy a través de una enmarañada red de mentiras.NO IMPORTA LO QUE ES VERDAD. SOLO CUENTA LO QUE LA GENTE CREE QUE ES VERDAD” Paul Watson – cofundador de GREENPEACE
Pero vamos a centrarnos aquí en uno de los aspectos del problema; quizá uno de los más importantes: la colaboración del movimiento ambientalista en la destrucción de la manifestación humana, y muy especialmente, en el Continente africano.
Por ello, vamos a quedarnos con el ya presentado WWF, el cual además de ser la institución fundacional del movimiento ambientalista, es la organización ecologista más presente en África, y muy especialmente, en sus reservas y parques naturales.
La destrucción del continente africano
Los imperios modernos europeos son la fuerza política más poderosa, salvaje y devastadora que jamás el ser humano haya conocido.
La razón por la que decimos esto en presente es lo que les ha dado semejante poder:
el paso de la explotación colonial mundial a un sistema de dependencia económica absoluto a través de corporaciones transnacionales que explotan los recursos y las poblaciones de las antiguas colonias.
vídeo: www.4shared.com/embed/486437566/c1281fb4 Estos imperios europeos han sabido prolongar su dominio y aumentar su poder sobre todo el mundo, con transformaciones políticas, sociales y económicas que se amoldan a la ordenación que ellos mismos van trazando a través de una agenda.
El máximo exponente de estos imperios es el imperio británico; sin embargo, cuando se estudian los linajes, familias y casas que conforman estas fuerzas, se comprende que nada de esto tiene relación con pueblos, naciones o estados.
Es por ello por lo que -con toda propiedad- se puede hablar de un único imperio europeo (no estrictamente localizado en Europa) con un único interés, una única fuerza, un único espíritu:
la infrahumanidad- (el embrutecimiento de la poblacion que no pertenece a la elite).
En el caso particular de África, el proceso de parasitar y devastar el continente siguió tres etapas fácilmente distinguibles que aquí señalamos.
-En primer lugar, se invadió el continente y se establecieron “colonias” gobernadas por hombres de confianza de las diferentes coronas y repúblicas europeas.
En 1885, todo el continente africano ya estaba repartido como si fuera un pastel entre los diferentes estados europeos (Reino Unido, Francia, Bélgica, Holanda, Alemania, España, Portugal, Italia…)A finales del S. XIX, el imperio inglés se mostraba como el máximo poder controlador del continente.- La segunda etapa del plan imperial sobre África fue realizar la transición de un gobierno colonial a un gobierno financiero vía presidentes títeres y corruptos que inauguraban soberanías nacionales ajenas a diferencias culturales y étnicas, territorialmente delimitadas al capricho con tiralíneas.
Así, por poner un ejemplo, Rhodesia (nombre puesto en honor de Cecil Rhodes), pasó a llamarse Zimbawe, se cambió el color de la piel del presidente, del blanco Ian Smith se pasó al títere negro Mugabe, y a eso le llamaron “independencia”.
Las grandes corporaciones mineras, petroleras, químicas, farmaceúticas, textiles… (inversiones y posesiones de las mismas élites europeas ya referidas) se establecieron en estos nuevos estados gobernados por auténticos peleles sin escrúpulos que ofrecen una política fiscal a medida de los intereses europeos.
Todas las corporaciones más presentes en las explotaciones del continente africano están relacionadas directamente con las casas reales europeas y grandes grupos bancarios angloamericanos: Riotinto, N.M. Rothschild, Angloamerican, Monsanto, Minorco,
De Beers, ICI, Unilever, Barclays, Shell, Lonrho…Sólo esta última, Lonrho (nombre acróstico de Londres y Rhodes) posee (en el momento que escribimos el libro) 636 filiales dispersadas en todos (subrayamos: todos) los países africanos, siendo el mayor productor de comida industrializada en África, el mayor productor de tejidos, y el mayor distribuidor de vehículos.
Después del control financiero, la destrucción del continente africano requiere una tercera fase.
- Como tercera etapa del proceso, la fuerza imperial europea trabaja para hacer de África un continuo baño de sangre que garantice que jamás pueda emerger un pueblo mínimamente íntegro y sano.
Los diversos pueblos africanos son continuamente machacados a través de todas las formas posibles de violencia, para mantenerlos en el trauma, la locura social y la indigencia. (Algo veremos sobre este sistema en el Capítulo 11)
Todo este infierno hace que los estados africanos dependientes financieramente y rotos socialmente, se endeuden de tal forma, que la deuda sólo sea “perdonada” a cambio del derecho a explotación de los recursos del país.
¿Quién explota esos recursos? De nuevo las mismas corporaciones europeas ya citadas.
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